Cada año, la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de la Anunciación del Señor (el 25 de marzo). Esta celebración conmemora la visita del ángel Gabriel a la Virgen María para informarle que sería la madre de nuestro Salvador. Tras dar su consentimiento a la palabra de Dios, María concibió a Jesús en su vientre y se convierte en la madre de Cristo por el poder del Espíritu Santo. Dios se hizo carne en el vientre de una mujer y “la Palabra se hizo carne” (Juan 1:14).
Cuando el ángel Gabriel se apareció por primera vez a María, ella se sintió turbada y confundida ante la inesperada noticia, pero fielmente aceptó el plan de Dios para su vida. Como una joven, soltera y embarazada, María enfrentaría muchos desafíos. Hoy en día, las madres que enfrentan un embarazo inesperado pueden tener dificultades para reconocer el gran regalo que Dios les ha dado. Preocupaciones sobre la falta de recursos materiales y financieros, así como sistemas de apoyo físico y emocional, a menudo abruman sus mentes y sus corazones. El miedo y la ansiedad pueden llevar a las mujeres a creer que el aborto es su única opción.
Como católicos, sabemos que el aborto nunca es la respuesta para una mujer en necesidad. Durante los períodos difíciles en nuestras vidas, todos necesitamos el cuidado y el apoyo de los demás. Para una mujer embarazada en necesidad, el apoyo real y tangible y la compañía de otros pueden permitirle ver un camino a seguir. Saber que no está sola puede permitirle abrir su corazón al plan de Dios y elegir la vida.